Las 40 mesas de la terraza se entremezclan con los árboles en la entrada al parque de Arganzuela, donde las enormes sombrillas le darán sombra en verano, y las estufas calor en invierno, para no perderse la inigualable sensación de sentirse envidiado. Una amplia oferta que va desde sándwiches y hamburguesas a económicas raciones (también hay medias) o carnes y pescados.
Entre la fiel clientela del espacio triunfan la ensaladilla rusa, el pulpo y las croquetas, pero todo es casero y suculento en el Restaurante Montserrat, que cuenta con siete mesas interiores, y una espaciosa barra donde tomar el aperitivo o comer mientras se deleita con los grabados de aves que decoran las paredes. Pero sin duda, en primavera, o en verano, mientras el sol se esconde es el lugar idóneo para tomarse un gin-tonic con ginebra premium con esas personas a las que quiere. Su ubicación permite la privacidad. Por el día, se ha convertido en parada obligatoria para los que practican el running, ciclistas y familias de paseo, que paran para tomarse un refrigerio y saborear un instante de paz.